La organización Son de Vida considera
alarmante la situación de niños, niñas y adolescentes que viven y
trabajan en las vías cruceñas.
La situación de pobreza que enfrenta su familia obligó a Paúl a
buscarse la vida en las calles. “Mi padre deja Bs 20 diarios para comer
todo el día; somos seis hijos y mi madre hace lo que puede para
alimentarnos. Solo podemos comer un pan cada uno para que alcance”, dijo
este joven que todos los días se traslada desde el norte de la urbe
cruceña hasta el Cine Center para limpiar parabrisas y cuidar vehículos.
Su padre es albañil y no permite que su esposa trabaje.
Héctor es otro chico que con apenas siete años ya se las ingenia para
vender gelatina de pata a los conductores de motorizados que se detienen
en el segundo anillo y avenida Paraguá a la espera del cambio de
semáforo.
Según los datos brindados por la organización Son de Vida, con base en
la recopilación de información estadística de distintas instituciones,
en los últimos 12 años aumentaron en 658% el número de niños y
adolescentes en situación de calle en la capital cruceña.
De acuerdo con los datos, en 1996 había 117 chicos en situación de
calle, mientras que en 2010 el número subió a 837. “Estas cifras son
alarmantes porque muestran un abandono de los niños y una ignorancia de
la situación”, opinó Graciela Asperilla, de dicha fundación.
Asperilla explica que al mismo tiempo que la sociedad cambia su
estructura también se altera la situación de las familias en aspectos de
hacinamiento, salarios precarios, malas condiciones de vivienda, falta
de acceso a los servicios básicos, lo que provoca que los chicos se
sientan marginados y salgan a la calle.
A ello se agrega la falta de oportunidades laborales. Por ejemplo, a un
adolescente que lleva cuatro años limpiando autos ¿qué oportunidades se
le ofrecen?, pregunta y observa el hecho de que en el país los derechos
laborales para este sector de la población no existan, lo que hace que
muchos menores de edad trabajen en condiciones de exclusión y
explotación, y en lugares peligrosos.
Otro punto que contribuye a este lamentable cuadro es la vulneración
permanente de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, pese a
tener un código que establece los derechos. Un ejemplo, dice, es la
falta de oportunidad para acceder a sus documentos legales y de
identidad debido a la burocracia.
Para Asperilla, una manera de enfrentar este panorama es implantar
políticas sustentables con presupuestos dignos y acciones sinceras en
coordinación con los tres niveles de gobierno.
Al respecto, Wendy Calderón, responsable del programa Niños en
Situación de Calle, del Servicio Departamental de Política Social de la
Gobernación cruceña, aclara que esta realidad no es exclusiva de Santa
Cruz, sino que se da en el eje troncal del país.
Según Calderón, más de 800 intervenciones han permitido restituir el
derecho a la familia a más de 85 niños en 2010 y con un promedio
parecido los siguientes años. También indicó que las acciones del
programa se desarrollan con énfasis en la prevención. “Si bien estos
chicos necesitan atención, queremos evitar que haya más niños en la
calle, por eso estamos trabajando en colegios cercanos a las zonas donde
existe esta problemática, en el manejo del tiempo libre, en temática de
consumo de droga y alcohol”, acotó.
Para saber
Riesgo. Los educadores ven en la disfunción familiar la violencia de
padres hacia los hijos y la adicción a las drogas, tres factores de
riesgo que teminan por dejar a menores viviendo en las vías y espacios
públicos.
Trabajo infantil. Hace poco se ha firmado un convenio entre la
Gobernación cruceña y Unicef, el mismo que establece, entre otros
aspectos, 12 metas para erradicar las peores formas de trabajo infantil.
El próximo 12 de junio se recuerda el Día contra el trabajo infantil.
Los niveles de violencia los empujan
Guillermo Dávila | Sociólogo
En el país, 4,5 millones de niños viven en alguna situación de riesgo
para su vida. Ese dato se obtuvo del censo de 2005, trabajo denominado
No me llames niño de la calle. Pero desconozco el crecimiento desde esa
fecha hasta la actualidad, por ello no puedo dar fe de los datos que
brinda Son de Vida. Sin embargo, independientemente de las cifras, hay
dos realidades de los niños en situación de calle, los que viven en la
calle y la otra población, que es mucho mayor, niños y adolescentes que
trabajan en los espacios públicos. Con esta segunda población hemos
hecho un estudio que nos indica que 2.500 chicos trabajan. En la
publicación Infancia sin derecho, las cifras dan cuenta de un aumento de
niños trabajadores de la calle.
Ambos grupos preocupan porque la puerta de entrada es iniciarse como
niños trabajadores de la calle. Estos están en alto riesgo porque
socializan en ese escenario y muchos de ellos terminan quedándose en las
vías. Una de las razones por la que terminan viviendo en la calle es la
violencia en el hogar, dato corroborado por la Unicef.
Si bien la Unicef destaca que hay menos mortalidad infantil y alta
cobertura de educación primaria, los niveles de maltrato en el seno del
hogar no han cambiado, es más, han aumentado al igual que los niveles de
violencia en la escuela.
Las intervenciones con niños trabajadores son escasas. No hay
intervención ni del Gobierno ni del gobierno municipal relacionada a
niños que viven en la calle, tampoco para erradicar las peores formas
de trabajo infantil en las áreas urbanas. La Alcaldía prioriza la
infraestructura y la Gobernación apoya un programa para evitar que los
niños trabajen en la zafra de la caña de azúcar.